domingo, 8 de octubre de 2017

Tenemos Que Hablar.

Malditas tres palabras.
Aquella noche las montañas no estaban donde siempre. Tu voz no sonaba a sonrisa y el cielo miraba a otro lado. Mi corazón sudaba ansiedad, tus ojos intuían el pánico y nuestros sueños rompían contratos.

Y fue entonces cuando todo acabó, cuando el mar rompió con las olas, cuando nuestras ilusiones se disfrazaron de recuerdos y nuestras promesas se olvidaron para siempre.

Mi otra mitad decidió marcharse y las luces se apagaron.
El Amor sacó el escudo y la sinceridad cerró la muralla; el compromiso regresó al calabozo y los valores pidieron consejo.

Sin embargo, fue todo este suicidio de sentimientos, el que con el tiempo, consiguió devolver al fracaso su oxígeno y a la dignidad su inolvidable sonrisa.

Porque cuando El Destino te diga que tenemos que hablar, y aunque el alma duela sin piedad, el sufrimiento por un cambio de rumbo será la mejor inversión que tu vida pueda firmar.

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