Él daba como cada noche vueltas en la cama, sonó de pronto
una canción romántica en la radio, quizá fue Michael Bolton quien metió el dedo
en la llaga, y como le faltaba el sueño fue a buscarlo.
Los dos estaban caminando en el mismo sentido, y no hablo de
la dirección errante de sus pasos. Él la miró ella contestó con un suspiro, y
el universo conspiró para abrazarlos.
Dos extraños bailando
bajo la Luna, se convierten en amantes al compás, de esa extraña melodía, que
algunos llaman Destino y otros prefieren llamar Casualidad.
Y él le preguntó al oído “Mi Amor, ¿Dónde Estabas? Durante
todo el tiempo que yo tanto te busqué”.
Ella le contestó “Lo siento es que estuve ocupada, aunque
para serte sincera ahora no entiendo en qué”.
La noche se hizo día pero no se fue la Luna, se quedó a verlos
apoyados en el hombro del Sol. Alúmbrales con fuerza brilla todo el día, y
cuando llegue la noche yo, sellaré su pasión.
Dos extraños bailando
bajo la Luna, se convierten en amantes al compás, de esa extraña melodía, que
algunos llaman Destino y otros prefieren llamar Casualidad.
Y bailan, sin que les importe nada, que suceda alrededor. Y
bailan, y la gente que les mira, va creyendo en el Amor.
Dos extraños bailando
bajo la Luna, se convierten en amantes al compás, de esa extraña melodía, que
algunos llaman Destino y otros prefieren llamar Casualidad.