Tú y yo tenemos algo que llamamos relación pero hay un
desbalance, a ti no hay quien te entienda no crees en el Amor pero quieres
romance.
Peleas por todas las cosas me tiras con lo primero que tú
ves, me gritas, me insultas, me dices que te vas a ir la próxima vez. Si te
grito dices que soy malo, si picheo entonces “estoy mal”, si te busco me empujas pero si soy seco entonces yo no
te sé amar.
Si estoy en casa contigo soy vago, si salgo la quieres
montar, tú sabes lo duro que trabajo pero piensas que los cuernos te voy a
pegar.
Endureces todo tu corazón pero te llena de satisfacción, que
solamente soy tuyo pero me estoy cansando de esta maldita aflicción.
Mujer ya madura no quiero una niña, que estoy cansado ya de
la riña, te quedas y te vas, me odias y me amas, contigo yo solo quiero paz.
Eres tan bipolar, hoy es todo mañana nada, me amas ahora,
ahora me quieres matar, que vives enfadada, pero enamorada.
Baby tu amor es metáfora, se deshace como pólvora, si me ves
te pones colorada, pero cambias como la atmósfera. Tú tienes el don para
transformarte al nivel que no sabes controlarte. A veces no quiero ni verte,
pero es que no sé cómo esquivarte.
Me mira a los ojos dice que me ama, que soy el amor de su
vida, pasamos un rato increíble, momentos que nunca se olvidan. Pero por
cualquier mínimo error, cambias de color, entras en mal humor, y se te olvidan
todas las cosas positivas y dices que sin mí estas mejor. No entiendo…
Ella dice que no se enamora que quien se enamora es un
zángano, que se dejan involucrar pensando que es algo real. Mas sin embargo
ayer dijo que me amaba, que el amor que ella siente por mí, es algo fuera de lo
normal.
Jaja. Mi amor, es un trastorno que sólo tú puedes llevar. Y
yo te entiendo porque el algo que solo yo puedo concretar. Y como quieras
sigues conmigo. Soy tu pupilo baby.
Continuará…
NOTA:
1. No es una experiencia mía, pero es una situación que merece ser contada.
2. Qué gran verdad esa de que el silencio es uno de nuestros
mejores amigos. No obstante nos ayuda a no meter la pata cuando no tenemos nada
mejor que decir, sino que también, bien aplicado, puede ser
una respuesta
contundente.
En todo caso, qué difícil es callarse en algunas
ocasiones y ante determinadas personas. Y es que si Hemingway dijo que: ”Se
necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar”, no
sería precisamente por casualidad.